Cada día hay en el Universo una estela dejada por la acción de otros seres humanos que al igual que nosotros buscaban la excelencia. Hoy esa estela o “semilla del día” fue sembrada por…
Albert Hofmann, con su tesis doctoral, Hofmann se doctoró en Zúrich «con distinción». En apenas tres meses, llevó a cabo la degradación de la quitina (el material del que están hechas las conchas, alas y garras de los insectos, crustáceos y otros animales) y esclareció su estructura química.
Mientras purificaba y cristalizaba la LSD, una serie de sensaciones extrañas le interrumpieron. Había absorbido una pequeña cantidad a través de la punta de sus dedos, y describiría las consecuencias en el informe que envió en aquel momento al Profesor Stoll:
Viernes 16 de abril, 1943, me vi forzado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a media tarde y dirigirme a casa, encontrándome afectado por una notable inquietud, combinada con cierto mareo. En casa me tumbé y me hundí en una condición de intoxicación no-desagradable, caracterizada por una imaginación extremadamente estimulada. En un estado parecido al del sueño, con los ojos cerrados (encontraba la luz del día desagradablemente deslumbrante), percibí un flujo ininterrumpido de dibujos fantásticos, formas extraordinarias con intensos despliegues caleidoscópicos. Esta condición se desvaneció dos horas después.
La única explicación que encontró, fue que hubiera absorbido a través de la punta de los dedos parte de la solución de LSD mientras se cristalizaba; la LSD-25, dedujo, debía ser una sustancia de potencia extraordinaria si había hecho eso con una cantidad tan pequeña. Resuelto a llegar al fondo del asunto, decidió llevar a cabo un experimento sobre sí mismo. Pero no sería hasta posteriores experimentos que empezaría a ser consciente de su potencial “visionario” e incluso curativo; un aspecto que fue desarrollado entre los 50s y 60s por distintos departamentos universitarios de Psicología -especialmente conocido el del Doctor Timothy Leary en Berkeley-, hasta que llegó la prohibición de la LSD por parte de los gobiernos, como contraofensiva ante los peligros que para su estabilidad suponía su uso por parte de la contracultura hippie.
Hofmann, que consideraba a Timothy Leary “un tipo interesante pero con un exceso de protagonismo”, se sintió terriblemente frustrado con la prohibición, argumentando que durante una década había sido utilizado con resultados espectaculares en el psicoanálisis. Consideraba que la sustancia había sido secuestrada por el movimiento hippie y que podía ser utilizada de forma irresponsable, pero que después había sido injustamente demonizada por el sistema al que el movimiento se oponía.
La semilla del Doctor Albert Hofmann no se extingue: para su regocijo, en la que quizá fue su última victoria, las autoridades suizas permitieron en diciembre de 2007 que se lleven a cabo experimentos en psicoterapia con pacientes que sufren de enfermedades físicas terminales. Será el primer estudio sobre los efectos terapéuticos de la LSD en el mundo en 35 años.