Antonio José de Sucre… “El Gran Mariscal”

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Antonio Jose de Sucre - semilla


Antonio Jose de Sucre - semilla«Usted está llamado a los más altos destinos, y yo preveo que usted es el rival de mi Gloria»

Bolívar en su Carta a Sucre, Nazca, 26 de abril de 1825

Cada día hay en el Universo una estela dejada por la acción de otros seres humanos que al igual que nosotros buscaban la excelencia. Hoy esa  estela o  “semilla del día” fue sembrada por…

Antonio José de Sucre y Alcalá, político, estadista y militar venezolano, prócer de la independencia, así como presidente de Bolivia, Gobernador de Perú, General en Jefe del Ejército de la Gran Colombia y Comandante del Ejército del Sur. Es considerado como uno de los militares más completos entre los próceres de la independencia suramericana.

Antonio José de Sucre nació en el seno de una familia de gran riqueza y distinción dentro de la sociedad, de ascendencia franco-belga por vía paterna y española por vía materna, hijo de un coronel de los Ejércitos Reales. A los quince años se alistó en el ejército patriota y participó en la campaña del Generalísimo Francisco de Miranda en 1812 contra los realistas.

Participó junto a Bolívar el 6 de agosto de 1824 en la batalla de Junín y, el 9 de diciembre del mismo año, venció al virrey La Serna en Ayacucho, acción que significó el fin del dominio español en el continente sudamericano. El Parlamento peruano lo nombró Gran Mariscal y General en Jefe de los Ejércitos.

Al frente de éstos se marchó al Alto Perú, donde, junto a los líderes libertarios, fundó la República de Bolívar (después denominada República de Bolivia) en homenaje al Libertador, a quien encargó la redacción de su Constitución, la cual fue promulgada en 1826 bajo la premisa de ser «la Constitución más liberal del mundo.» Al frente del Gobierno boliviano, Sucre promulgó leyes progresistas; ejecutó la división política del país de acuerdo a la Constitución propuesta por Simón Bolívar; impulsó la instrucción pública; organizó el aparato administrativo; y, encaminó ambiciosos programas para la recuperación económica.

El Libertador, que rara vez se equivocaba en sus sentencias, exclamó cuando se enteró de su asesinato: “…Yo pienso que la mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mío…” Bolívar que estaba enfermo en la costa del Atlántico, al conocer el luctuoso suceso, exclamó: «¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!… La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida».

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