El violinista de todos los tiempos

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Niccolò Paganini Bocciardo Nació en Génova en Octubre de 1782. Es considerado como uno de las mejores violinista que hayan existido, con oído absoluto y entonación perfecta, técnicas de arco expresivas y nuevos usos de técnicas de staccato y pizzicato. Fue un violinista, violista, guitarrista y compositor italiano.

Desde pequeño demostró ser un niño prodigio: cuando contaba con cuatro años de edad conocía perfectamente los rudimentos de la música, su padre le compró un violín de segunda mano, y con este instrumento empezó a descubrir aspectos del arte musical.

Con doce años su padre, el señor Paganini, comerciante mal habido y ambicioso, le dijo: <<Nicolás, tú vas a ser el más grande violinista del mundo, de mi cuenta corre>>. Le envió al maestro Alessandro Rolla para que siguiese sus lecciones, y quedó sorprendido viendo cómo Niccoló a los pocos días seguía a primera vista un concierto. El maestro no pudo más que decirle <<Has venido a aprender; pero no tengo nada que enseñarte>>.

Niccoló Paganini era flaco, alto, erguido, con las manos que parecían llegarle hasta las rodillas; de trajes deshilvanados, en jirones muchas veces, su larga melena revoloteaba al mismo tiempo que su arco describía parábolas en el aire. Era sorprendente contemplar cómo podía tocar tan genialmente. Sus largos dedos se comían el violín.

A Paganini la vida le sonreía por donde pasaba, su presencia impactaba a las mujeres al punto de arrojarse a sus pies. Y si no bastaba con su glamour, ahí estaba su manera de tocar el violín. Una dama que se resistía a amarlo, que se encerraba en su habitación y que había dado órdenes de que bajo ninguna circunstancia se dejara entrar a Paganini en su casa, el virtuoso se las ingenió para llegar hasta el balcón de la alcoba e improvisar una sonata para ¡una sola cuerda! Cuando la dama se percató de la hazaña con el violín, le hizo un lugar en su cama al genio. Así transcurrían esos años, de mujer en mujer, de cama en cama. Era lo que más le atraía, junto con el dinero para gastarlo, para jugarlo. Tal vez porque durante su niñez había padecido pobreza y miseria, dinero que caía en sus manos dinero que gastaba. Y con la misma prontitud volvía a gastar más. Con la ventaja de que a veces ni en violines gastaba. Alguna vez que iba a tocar a un palacio y se le olvidó su propio instrumento; el anfitrión, de cuna noble y filántropo, extrajo su Guarnerius personal de la vitrina donde lo tenía a la vista de todos, y se lo prestó a Paganini para que saliera del aprieto. Después de que el violinista hubo tocado, el príncipe, duque, marqués o lo que haya sido, no fue capaz de guardar el violín en su sitio y se lo regaló.

Una noche, como tantas otras de sus actuaciones,
el palco del auditorio repleto de admiradores
se preparaba para recibirlo.

Aplaudieron a la orquesta en su entrada en escena.
El director también fue ovacionado.
Más cuando la figura de Paganini apareció, triunfante,
el público deliraba.

Lentamente, Paganini colocó el violín en su hombro,
y lo siguiente fue una magia indescriptible.
Notas breves, semifusas, corcheas y semicorcheas,
hasta la famosa y oculta ‘nota 13’,
parecían flotar y volar por el ambiente
con el toque inverosímil de sus dedos encantados.

De repente,
un extraño sonido estalla entre la melodía.
Todos saben de ese sonido,
una de las cuerdas del violín de Paganini se había roto.

El director se detuvo.
La orquesta también.
El público, contenía el aliento…
Pero Paganini no se paró.

Mirando su partitura, continuaba arrancando increíbles sonidos a un violín con problemas.

Animados, el director y la orquesta, volvieron a tocar.
Antes de que el público se serenara,
otro perturbador sonido hace mella en la atención de los asistentes.

Otra cuerda del violín de Paganini se rompió.

El director se detuvo nuevamente.
Y así lo hizo la orquesta.
El público calló…
Pero Paganini no paró.

Como si nada hubiese sucedido,
superando las dificultades,
siguió sacando sonidos de lo imposible.

El director y la orquesta, impresionados, volvieron a tocar.
Pero el público no podía imaginar
que los sobresaltos de esa noche no terminaban ahí.

Atónitos,
no pudieron reprimir sus exclamaciones de desaliento
cuando se rompió la tercera cuerda del violín de Paganini.
El director se paralizó.
La orquesta paró.
La respiración del público se detuvo.
Pero Paganini continuó.

Como si de un contorsionista musical se tratara, va arrancando todos los sonidos con la única cuerda que quedaba en su viejo violín semidestruido.

Ninguna nota musical fue olvidada.
Ante tal motivación se anima a seguir el director
La motivación se contagia a la orquesta.

La incredulidad se adueña del escenario,
el público viaja desde silencio hacia la euforia,
del asombro y la admiración hasta el delirio.

Paganini alcanza la gloria.

Su nombre corre a través del tiempo.

Ya no es sólo un violinista genial!

Quizás la leyenda del violinista del diablo se basó en lo que alguna vez relato Tartini acerca de su sonata “El trino del Diablo”: “Una noche, en 1713, soñé que había hecho un pacto con el Diablo y estaba a mis órdenes. Todo me salía maravillosamente bien; todos mis deseos eran anticipados y satisfechos con creces por mi nuevo sirviente. Ocurrió que, en un momento dado, le di mi violín y lo desafié a que tocara para mí alguna pieza romántica. Mi asombro fue enorme cuando lo escuché tocar, con gran bravura e inteligencia, una sonata tan singular y romántica como nunca antes había oído. Tal fue mi maravilla, éxtasis y deleite que quedé pasmado y una violenta emoción me despertó. Inmediatamente tomé mi violín deseando recordar al menos una parte de lo que recién había escuchado, pero fue en vano. La sonata que compuse entonces es, por lejos, la mejor que jamás he escrito y aún la llamo «La sonata del Diablo», pero resultó tan inferior a lo que había oído en el sueño que me hubiera gustado romper mi violín en pedazos y abandonar la música para siempre…”

Niccoló Paganini falleció en Niza, Francia, el 27 de Mayo de 1840, pero el obispo de Niza negó el permiso para su entierro y su ataúd permaneció varios años en un sótano. La fama que se había tejido alrededor de su persona y su talento, forjados en un posible pacto con el demonio, fue determinante en esta decisión eclesiástica, sobre todo debido a que el propio Paganini rehusó acercarse a la Iglesia y desmentir aquellos comentarios. Solamente en 1876 fue permitido el funeral y sus restos se transfirieron al cementerio en Parma.

Paginas visitas: es.wikipedia.org, conlamenteabierta.wordpress.com, bitnavegante.blogspot.com, taringa.net

Concierto de violín Paganini

Niccolò Paganini, 24 Capricci per violino Op. 1 1/2

Niccolò Paganini, 24 Capricci per violino Op. 1 2/2

Niccolò Paganini: Sonata for violin & guitar in D major Centone

Niccoló Paganini: «Violin Sonata No 6»

Te invito a que leas la historia de nuestras Semillas tomando conciencia sobre lo que podrías hacer para trascender en el tiempo[1].

Martin Heidegger

Niccoló Paganini

Ian Fleming

Dante Alighieri

Juana de Arco

Walt Whitman

Helen Keller

Semilla: Personaje que se convierte en efemérides por su legado.[2]

Nota: El criterio que utilizo para seleccionar la semilla es basado en las energías activas en el Universo, para así agrandar el radio de acción que podemos alcanzar.


[1] Todo el mundo sin excepción tiene un alma.  Esta esencia de luz es el común denominador que une la creación, el cosmos y la vida. Deberíamos darnos cuenta que en el fondo somos Luz en movimiento. Pero no somos conscientes de esa Luz, de nuestro origen y nos enredamos en los laberintos de la personalidad. La búsqueda espiritual es la búsqueda de nuestra conciencia, de nuestra divinidad interior. Como dice Rodolfo Llinas:

“La Información es una energía preexistente y fundamental a partir de la cual y con su complejificación se forma la conciencia en sus diferentes grados;  la conciencia de orden superior sólo puede desarrollarse sobre  la base de la conciencia primaria.  Para que la conciencia se dé, es indispensable que la materia posea la Información capaz de entrar en sincronía con la de su medio ambiente.”

El autor es neurocientífico, director del departamento de fisiología y neurociencia de la escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York durante los últimos 26 años, Miembro de la Academia Francesa de la Ciencia, de la Academia de la Ciencia de los Estados Unidos y de la Real Academia Española de Medicina.  Recuerda que la emocionalidad tendrá el protagonismo que tú le des.

La gente, embotados sus sentidos, se pierde lo mejor de la vida. O como decía José Ortega y Gasset: “Algunas personas enfocan su vida de modo que viven con entremeses y guarniciones. El plato principal nunca lo conocen”. Sólo cierto ayuno permite despertar de este engaño colectivo, la locura del tener frente a la alegría del ser, que nos hace personas.

[2] En términos de física cuántica cuando emulamos una acción, ésta se convierte poco a poco en realidad. Entonces, si todos lográramos conectar directamente con las acciones de nuestros ídolos de la historia seguramente cada día seremos mejores personas dando forma a las efemérides del futuro.

 

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