Pretender medir las consecuencias totales de tus acciones es un imposible de proporciones cósmicas. Cada mínimo gesto o movimiento crea acciones que reverberan a lo largo del tiempo y el espacio.
Es por eso que es imposible hablar del bien y el mal en términos históricos: cada uno de nosotros hace lo que debe hacer en el momento indicado, siendo el epicentro de ondas de causalidad que andan sin detenerse por lo que a nivel humano conocemos como eternidad.
Hoy recuerda la máxima zen “vive como si todo importara pero sin creerlo realmente” es decir: trata de imprimir en la onda un poco de tu energía, viviendo con presencia y protagonismo, pero entiende que por cada consecuencia negativa de tus “errores” hay una serie de maravillas y milagros escondidos, así que libérate de la culpa y recuerda que el primer paso lo das siempre tú, del resto se encargará el Universo.
- Practica durante el día a imprimir tu energía en lo que dices y en lo que haces.
- Recoge tus culpas (ellas no te pertenecen) y devuélvelas a quien te las creo, actuando con justicia y equidad.