La semana pasada, mientras estaba de vacaciones con mi familia, el Skipper del barco me contó una anécdota que me gustaría compartir con ustedes:
“Tengo unos amigos, que al igual que yo navegan desde niños; son expertos en amarres, anclaje, navegación a vela y todas las cosas que hacen falta para dirigir con facilidad y seguridad cualquier tipo de navío pequeño y mediano.
Ellos son siete, juntos decidieron abrir una empresa para ofrecer sus servicios como Skippers y tuvieron mucho éxito, hasta que un día los contrataron a los siete para una misma embarcación, un barco a vela que necesitaba mucho trabajo.
El primer día manejaron con experticia y eficacia el barco, y en la noche anclaron el bote en un lugar protegido del viento entre dos islotes, no muy lejos del canal de navegación que se desembocaba hacia mar abierto, y se fueron a dormir.
Resultó que cuando despertaron, el barco estaba en alta-mar, se había soltado del ancla y estuvo a la deriva por 10 horas; fue necesario llamar a la guardia costera, pues el barco no estaba equipado para altamar…
¿Porqué siete lobos de mar terminan en una situación peligrosa, poniendo a riesgo a tripulación e invitados?
La razón es simple de comprender, se fueron a dormir cada uno seguro que el otro se levantaría en la noche para revisar el ancla, y nadie lo hizo.”
Esta anécdota me impresionó mucho, pues ilustra con claridad el proverbio que dice: “cuando todos son responsables, nadie es responsable”
Nadie puede afirmar con seriedad que nuestra sociedad no está atravesando un punto de quiebre, las evidencias se ven en la búsqueda de una tercera vía en varios países del mundo, sin querer calificar esquemas, pues la discusión política no es mi taza de té, pero el simple hecho de que exista esa sed de propuestas diferentes, nos puede demostrar con claridad que la búsqueda de un cambio está ahí, latente en la conciencia colectiva de nuestro planeta.
Debemos asegurarnos que nuestro bote esté bien anclado, que las ideologías y bases filosóficas que son nuestro fundamento en este nuevo siglo, estén en concordancia con el futuro que deseamos para nosotros y nuestras generaciones. Si todos asumimos que otro va a revisar el ancla por nosotros, nos podremos encontrar flotando en aguas peligrosas… sin guardia costera que nos salve.












