La leyenda explica que hace mucho tiempo, en Montblanc (Tarragona) un feroz dragón capaz de envenenar el aire y matar con su aliento, tenía atemorizados a los habitantes de la ciudad. Los habitantes, asustados y cansados de sus estragos y fechorías, decidieron calmarle dándole de comer a una persona al día que se elegiría por sorteo. Después de varios días, la mala suerte le tocó a la princesa. Cuando la princesa abandonaba su hogar y se dirigía hacia el dragón, un caballero llamado Sant Jordi, con brillante armadura y caballo blanco, apareció de repente para ir a su rescate. Sant Jordi alzó su espada y atravesó al dragón, liberando por fin a la princesa y a los ciudadanos.De la sangre del dragón brotó un rosal con las rosas más rojas que jamás se habían visto. Sant Jordi, triunfante, arrancó una rosa y se la ofreció a la princesa.
La mítica leyenda está representada en Casa Batlló a través de la fachada y en dos espacios concretos de su interior. En la azotea, el lomo del DRAGÓN cobra vida con las tejas cerámicas en forma de escamas y es atravesado por la Cruz de cuatro brazos que evoca la ESPADA triunfante de Sant Jordi.
En el último piso nos encontramos con un balcón en forma de flor aludiendo al BALCÓN DE LA PRINCESA.
En los pisos inferiores, se sitúan los restos de las víctimas del dragón a través de los balcones en forma de CALAVERAS y las columnas de la tribuna que parecen los HUESOS.
En el vestíbulo privado de acceso a la vivienda de la familia Batlló, se ubica una escalera cuyos remates recuerdan a las vértebras de un animal y que, según la cultura popular, podría referirse al espinazo de la COLA DEL DRAGÓN. Por último, en el desván, la sala principal de arcos catenarios evoca a la CAJA TORÁCICA de un animal de grandes dimensiones.