Al igual que con los planetas, podemos ver la Luna solo mediante luz reflejada. El creciente de la Luna nueva o vieja, o el disco completo de la Luna llena, está iluminado directamente por el Sol, ocasionando un ciclo de fases que duran 29 ½ días, creciendo desde la nueva hasta la llena pasando por el primer cuarto, y luego decreciendo hasta la desaparición de la luna vieja pasando por un tercer cuarto, y quedando dispuesta para la siguiente Luna nueva. En ocasiones vemos un bonito fenómeno en el cielo nocturno, conocido como luz de tierra, luz cenicienta o la Luna vieja en brazos de la nueva, esto es, el efecto de sombreado producido por la luz reflejada desde la Tierra que da en la parte oscura del disco lunar, escondido de la luz del Sol.
El simbolismo asociado a la Luna a través de diferentes culturas y épocas da, en principio, una impresión de la desconcertante diversidad, y suele ser complejo y paradójico cuando se lo compara con la relativa incoherencia de los significados atribuidos al Sol. Sin embargo, este carácter evasivo, a su manera es una auténtica expresión de la luminaria nocturna siempre cambiante e inconstante. La Luna aparenta tener mayor preeminencia que el Sol en los tiempos prehistóricos, y se cree que en la mayoría de las culturas el calendario se inició como una cuenta de los meses lunares, en lugar de ser una cuenta de las estaciones solares. De manera similar, muchos yacimientos megalíticos con asociaciones astronómicas están dedicados a seguir la órbita de la Luna.
Hay varias mitologías que haces referencia a la Luna, algunas de estas son:
- El dios de la Luna del antiguo Egipto, Tot, al que a veces se representa con cabeza de perro, o como un babuino que lleva sobre la cabeza la Luna creciente, muestra una antigua interpretación sacerdotal del hecho de que la Luna y el Sol se relevan entre sí, al salir y ponerse. Mientras que el dios Sol Ra se abría camino por el inframundo en las horas de oscuridad, a Tot se le requería para su lugar en el mundo superior. En algunos relatos, es Ra el que crea la Luna para que ilumine el cielo nocturno, dejándola a cargo de Tot. Tot era también el responsable de regular el calendario. Enseñó a la humanidad las artes y las ciencias, y los griegos lo interpretaron como el dios Hermes. En época posterior, el dios Luna Tot se convirtió en inspiración de la tradición hermética del ocultismo griego, islámico y europeo.
- En la mitología china, Ch’ang-o era la esposa del arquero I, al que se le concedió el elixir de la inmortalidad por haber salvado a la humanidad al abatir a nueve de los diez soles que salieron juntos amenazando con quemar el mundo. Un día, I regresó a su casa y encontró con que su esposa se había bebido el elixir, por lo que la persiguió hasta la Luna. La liebre lunar ofreció protección a la mujer y forzó a I a desistir de su empeño. Desde entonces se dice que Ch’ang-o vive en la Luna, modelo de belleza y modestia.
- Tsuki-Yomi es un dios japonés, lunar y masculino, y en la mitología mesopotámica antigua, Sin, el dios Luna, era un viejo con barba, la deidad más importante de la tríada Sin, Shamash el dios Sol e Ishtar, una representación de Venus.
- En la mitología de la India brahmánica, se dice que la Luna está donde van las almas de los difuntos. La noción de la Luna como reino de los muertos nos lleva a una mayor tensión en su simbolismo. Sus fases pueden indicar una analogía con los ciclos orgánicos y el reino de la naturaleza, como ocurre en al mitología de algunas zonas de América del Sur, donde se cree que la Luna es la madre le las hierbas. En la antigua Mesopotamia hubo quienes consideraban que el calor de la Luna, más que el del Sol, era la fuerza energética mediante la que crecían las plantas. Al mismo tiempo, sin embargo las fases de la Luna han significado para algunos pueblos la decadencia y la muerte. Esta paradoja de la vida y de la muerte está comprendida en la Luna como triple diosa, un motivo mítico que aparece bajo muchos aspectos, sobre todo donde encontramos una trinidad femenina, como en las tres Parcas, o las tres brujas.
La Luna:
Con un diámetro de 3.476 km., comparada con los 12.714 km., de la Tierra, la Luna es mayor que cualquier otro satélite del Sistema Solar. En algunos aspectos es como un planeta gemelo de la Tierra. Los dos cuerpos están gravitatoriamente unidos uno al otro, de manera que el periodo rotacional de la Luna en torno a su eje encaja exactamente con su periodo orbital alrededor de la Tierra (27 1/3 días); lo cual significa que siempre vemos la misma cara de la Luna y que su cara más alejada queda siempre oculta a la Tierra. Sin embargo, hay una diferencia esencial entre nuestro planeta y nuestro satélite: la Luna es un mundo muerto, que prácticamente no tiene atmósfera, ni agua en su superficie, ni posibilidades de vida tal como la conocemos.
Nota: Esta información sólo es válida para el Hemisferio Norte.
¿Cuántas veces te detienes a observar lo que el cielo cada noche coloca en cartelera?… Recuerda el axioma que dice “Como es arriba… es abajo”… El cielo y las estrellas no son un adorno… son una realidad.
Observar nos conecta en un 30% con la energía del Universo.
Imitar lo observado nos conecta en un 70% con la energía del Universo…
Emular lo observado nos convierte en la energía.
Fuentes: radiouniverso.org, mallorcaweb.net
Imagen: ojocientifico.com