Ese fue un momento glorioso para la humanidad, un momento en el cual demostramos nuestra capacidad de adaptarnos incluso a los entornos más hostiles, logrando con aplomo sus objetivos.
Pero, ¿por qué fueron fijados esos objetivos? Y ¿cuál fue su consecuencia?
Durante la guerra fría, existía un valor político en la carrera lunar, el libre comercio norteamericano y el comunismo soviético estaban en una competencia por las mentes y corazones del mundo, una batalla ideológica de singular importancia en la historia humana, llegar a la luna era una forma de demostrar cuál de los sistemas funcionaba mejor y así convertirse en el centro de poder político de todo el mundo.
Una vez logrado eso, se prosiguió a estudiar el valor económico de seguir viajando a la luna, para estudiar la viabilidad de continuar con una misión de esa índole.
Como no fueron encontrados materiales preciosos, tampoco era viable una empresa turística y en resumen, como no conseguimos una forma de sacar dinero de la luna, no volvimos a ir más.
En un día como hoy, donde conmemoramos un logro tan trascendente, debemos más bien preguntarnos: ¿Por qué no hemos vuelto a la Luna? Y ¿Por qué no hemos alcanzado otro hito, como Marte?
El verdadero valor de las cosas tiene que ser mucho más que el monetario o el ideológico, el avance de nuestra especie estará seriamente limitado si tan sólo avanzamos la ciencia en aquellas ramas que sean rentables.
Así que hoy, pregunta que cosas te pide el corazón que hagas y que a pesar de no ser financieramente rentables, te llenarán de riquezas mucho más importantes.