La sinestesia, del griego συν, ‘junto’, y αισθησία, ‘sensación’, es, en retórica, estilística y en neurología, la mezcla de varios sentidos diferentes. Un sinestésico puede, por ejemplo, oír colores, ver sonidos, y percibir sensaciones gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. No es que lo asocie o tenga la sensación de sentirlo: lo siente realmente. La sinestesia es un efecto común de algunas drogas psicodélicas, como el LSD, la mescalina o algunos hongos tropicales. 1
Por otro lado, hoy es el aniversario del nacimiento de Nostradamus (nuestra Semilla de hoy), quien era “Sinestésico” lo que nos permite “sintonizar” con el “Lenguaje verde”.
El Lenguaje de los Pájaros era respetuoso y heredado de los antiguos y conservado en ciertas escuelas arcanas. Así tenemos que en su Opera Masónica Mozart y Schikaneder entendieron muy bien la «Naturaleza del Lenguaje de los Pájaros. En la «Flauta Mágica» (cuyo libreto es rico en Lenguaje Verde).
Es difícil creer que hombres como Nostradamus o el legendario Oráculo de Delphi lograban romper las tinieblas de la incertidumbre y ver el futuro, pero si lo piensas por un tiempo, y consideras las cosas verdaderamente increíbles que puede hacer la mente humana al aplicar su foco, pudiese ser hasta plausible.
Más fácil aún de creer cuando entiendes que el ritmo hiperquinetico de “especialistas instantáneos” es tan solo un fenómeno moderno, que hombres como Nostradamus dedicaron su vida entera al estudio de la profecía, a la cual se dedicaban sin desviación alguna por décadas constantes y consistentes.
Lo implausibles es que nosotros, con la mente llena de preocupaciones, si acaso 10 minutos de calma al día y un paso frenético que hubiese matado a nuestros ancestros de stress, logremos obtener alguna claridad sobre el futuro. Sin embargo actuamos como si el futuro estuviese completamente claro…
Nos basamos mayormente en suposiciones, traumas pasados o miedos de consecuencias negativas para realizar afirmaciones completamente aventuradas del futuro que nos depara, “pre-molestándote” con personas que aún no te han hecho daño o “pre-ocupándote” de situaciones que aún no son realidad.
Hoy, están dadas las condiciones energéticas para poder conseguir un poco más de seriedad sobre nuestra visión de futuro, pero tan solo si entiendes que el futuro sólo es visible para el que tenga la mente tranquila y lo pueda ver sin los prejuicios del pasado, es un instante que puede ser verdaderamente catalizado solo a través de extensa preparación y profunda concentración.
Si esa no es una condición que puedes explotar por tu realidad personal, entiende entonces que la realidad es aquella que vives en el presente, y que tan solo a través de contemplar los hechos y nos las palabras, viendo sin el lente ofuscado del miedo, podrás tomar las riendas de tu entorno.
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- El hecho de que el fenómeno de la sinestesia interesara en tiempos pasados a numerosos científicos, desde Aristóteles hasta Isaac Newton pasando por Pitágoras, hace pensar que quizá ellos mismos poseían esta cualidad. Sin embargo, el campo de las artes es probablemente en el que se encuentren más sinestésicos. Algunos escritores y poetas del siglo XIX recogieron en sus obras descripciones que daban esa impresión, aunque puede que algunos solo intentaran transmitir la experiencia sin haberla experimentado de primera mano. Probablemente fueron sinestésicos el poeta británico Samuel Coleridge, el escritor romántico británico Thomas de Quincey y los poetas galos Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud, pero también es cierto que consumían drogas que propician las percepciones sinestésicas. Baudelaire, en concreto, introdujo la idea de que es posible que los sentidos se intercambien tras haber participado en un experimento con hachís dirigido por un psiquiatra. Entre los artistas contemporáneos existe más certeza sobre la autenticidad de la experiencia. Vladímir Nabokov era sinestésico y tenía plena conciencia de ello: “Cuando le hablo a alguien de mi sinestesia, tienden a sospechar que me lo estoy inventando. Esto hace que quieran ponerme a prueba repetidamente para comprobar si los colores que veo cambian. Naturalmente no lo hacen: para mí, por ejemplo, una H es siempre de color rojizo anaranjado, mientras que la L adopta el mismo tono que la leche en un tazón de cereales”. También el músico Franz Liszt era un sinestésico auténtico. Durante un ensayo en Weimar en 1842 sorprendió a la orquesta cuando exclamó: “Por favor, caballeros, ¡un poco más azul! ¡Este tono lo precisa!”. Y también: “Este es un violeta profundo, por favor, ¡no lo olviden! ¡No tan rosado!”. Al principio creyeron que el compositor bromeaba, pero luego se acostumbraron al hecho de que viera colores donde solo había tonos musicales. Las artes plásticas se han visto igualmente enriquecidas con las obras de artistas sinestésicos. ↩