Reconciliando a Cronos y Urano

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    El Sombrerero Loco y El Conejo Blanco

    Generacionalmente, hemos heredado el concepto que creatividad y orden son enemigos a muerte en una lucha parecida al mito griego de Cronos y Urano: castrar la creación para crear estabilidad. Ambos extremos conducen por sendas de peligro: demasiada creatividad tiende a esfumarse como polvo en el aire, mientras que un exceso de estabilidad se estanca y desaparece bajo las olas del cambio.  Este artículo trata sobre la necesidad de darle método a la innovación, e innovación al método.

    La mala reputación de los agentes del cambio, es que al vivir de una idea en otra nunca concretan. En parte, estoy de acuerdo con eso, pienso que en nuestra búsqueda por nuevas y mejores maneras de hacer las cosas, hemos olvidado considerar la sustentación y el largo plazo.

    Un buen ejemplo es Twitter: un fenómeno en internet con millones de usuarios cambiando la manera como nos comunicamos, pero como no construyeron un modelo de negocios, no han hecho un centavo de dólar en ganancias.

    Es aquí donde los innovadores  brincan a mi cuello diciendo: ¡No todo se trata de ganar dinero! A lo que respondo: “El dinero no lo es todo en la vida, pero para todo necesitas dinero”. Si Twitter no consigue de manera oportuna una forma de sustentar su operación, no podrán mantener los servidores al aire. Por muy innovadores y revolucionarios que sean, si no aseguran un flujo financiero en su empresa, van a tener que apagar las luces y decir adiós.

    La otra cara de la moneda, hay quienes consideran la innovación un riesgo, olvidando por completo la Investigación y el Desarrollo, o manteniendo el esfuerzo activo por pura costumbre. Estos son los protectores del Status Quo, rehusándose a cambiar el modo de hacer las cosas hasta que es demasiado tarde y una nueva idea los destrona.
    Toda empresa inicia con una chispa de inspiración, un interés en hacer las cosas mejor, pero cuando deja de ser el momento de crear y comienza a ser el momento de trabajar, este espíritu trabajador tiende a aplastar la energía creativa.

    Para evitar los extremos, se debe innovar a propósito y no por accidente,  reconciliando el orden y la creatividad (como el Conejo Blanco y el Sombrerero Loco en la historia de Alicia en el País de las Maravillas),   dándoles su espacio para que jueguen, pero con reglas definidas.

    Recuerdo una excelente frase, que afirma “sería una lástima y un desperdicio contratar a gente brillante y luego decirles lo que tienen que hacer”.

    El propósito es aceptar que la innovación es una apuesta, y preguntarse dos cosas: ¿Qué tanto dinero/tiempo/recursos quiero apostar?  Y ¿Exactamente qué es lo que quiero lograr? La respuesta a estas dos preguntas es la clave para protegerse de un Sombrero Loco que pasa todo el día jugando al té. Haga afirmaciones como: “quiero reducir en dos meses  las fugas de agua que tengo en un 14%”; “quiero incrementar en un 25% el tráfico de la pagina web antes de Diciembre”; “tienen 6 meses para proponer un juguete completamente diferente a lo existente en el mercado de niños especiales entre 4 y 6 años”; Es un balance delicado entre el control necesario para concretar y la libertad suficiente para la creación.

    Definir desde el principio las reglas del juego y darles seguimiento, le permitirá fluir con libertad en torno al trabajo creativo, ¡no se sorprenda si un día en la oficina encuentra a su departamento en pijamas mirando “El Rey León” y cantando Hakunna Mattata! todos tenemos procesos creativos diferentes, darle espacio a otros para que vivan su proceso de manera natural es imperante, no castre el proceso creativo por no entender su funcionamiento.

    Luego, es la hora de sentar en la misma mesa al Sombrerero y al Conejo Blanco, organizando la idea en una serie de pasos definidos y concretos que lleven el sueño a una realidad, haciendo seguimiento hasta el final de cada una de las tareas mundanas que desencadenó el proyecto.

    Esto también aplica a planes personales: Defina primero el problema que quiere resolver y luego Concrete su apuesta: “apuesto 2 días a pensar en cómo comunicarme mejor con mi esposa”; “apuesto 300 dólares en hacer mi casa más funcional”.

    Al definir con sí mismo las reglas del juego, no tenga miedo de romper su contexto habitual. Busque la chispa de creación, donde sea que esté escondida, y luego persígala hasta el final: recuerde que lo fácil es la idea.

    Lo importante es hacer coexistir control y libertad: permítase el derecho de crear sin miedo y con estructura para que así sus ideas den fruto, reconciliando  a Cronos y Urano.

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