El hijo alado de Poseidón

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observatorio1El Gran cuadrado de Pegaso se encuentra alto en el oeste al caer la noche. La estrella Alpheratz se encuentra en el punto más alto del cuadrado, y es la estrella más brillante de las cuatro del cuadrado.

La Constelación de Pegaso

Ocupando una extensa región del Hemisferio Norte celeste, la Constelación de Pegaso es quizás la más importante referencia del otoño boreal, junto con la brillante estrella Fomalhaut, a pesar de no contar con ninguna estrella de primera magnitud. Sin embargo, la disposición de sus más notables componentes, de segunda magnitud, conforma junto con Sirrah (Alpha Andromedae), una inconfundible figura geométrica: El Gran Cuadrado de Pegaso, que se erige así en el asterismo característico de esta época del año, y se equipara a lo que suponen el Triángulo de Verano, el Diamante de Virgo y el Triángulo y Hexágono de invierno para las otras estaciones del hemisferio septentrional.

Pegaso ocupa en el cielo un área superior a los 1.000 grados cuadrados, la séptima más extensa de todo el catálogo de la Unión Astronómica Internacional, en el cual está incluida como una de las constelaciones oficiales, aunque ya figuraba en la relación de 48 constelaciones clásicas enumeradas por el astrónomo greco-egipcio Claudio Ptolomeo en el siglo II de nuestra era. Obedece esta circunstancia a que representa al caballo alado que nació de la sangre derramada por la cabeza de Medusa, cuando ésta fue muerta por el héroe Perseo. La constelación quiere reflejar en el cielo a una figura en forma de caballo (en realidad medio caballo), aunque en posición invertida con respecto a nuestro punto de vista.

Mitología

observatorio2.2Pegaso es el caballo alado hijo de Poseidón, que lo concibió al yacer con Medusa en el templo de Atenea. La diosa castigó a la joven convirtiéndola en el monstruo alado con cabellos de serpiente y ojos que petrificaban a quien miraba. Cuando Perseo cortó la cabeza de la gorgona nació Pegaso de la sangre derramada.

Pegaso vivía en el Helicón, donde provocaba la aparición de fuentes mágicas golpeando el suelo con sus cascos, entre ellas el manantial llamado Hipocrene, considerado la fuente de la inspiración poética, y hasta allí fue a buscarlo Belerofonte, príncipe de Corinto, con la intención de domarlo. Atenea había regalado al guerrero una brida de oro que, cuando éste la colocó en el caballo, sirvió para amansarlo de inmediato.

A lomos de Pegaso, Belerofonte logró vencer a la Quimera, el monstruo con cabeza de león (otras versiones le atribuyen múltiples cabezas), cuerpo de cabra, cola de serpiente y aliento de fuego, que estaba asolando la región de Licia. Belerofonte combatió y venció también a las amazonas, pero entonces le pudo la ambición, y quiso entrar en el Olimpo para convertirse en un Dios. Zeus lo impidió, enviando a un tábano que picó a Pegaso y provocó el descabalgamiento de Belerofonte, haciendo que el jinete cayera sobre un espino, quedando ciego y lisiado, y condenado a vagar por el mundo el resto de sus días. Zeus encargó a Pegaso que portara sus rayos y lo colocó en el cielo, formando la Constelación que lleva su nombre.

Nota: Esta información sólo es válida para el Hemisferio Norte.
¿Cuántas veces te detienes a observar lo que el cielo cada noche coloca en cartelera?… Recuerda el axioma que dice “Como es arriba… Es abajo”… El cielo y las estrellas no son un adorno… Son una realidad.

Observar nos conecta en un 30% con la energía del Universo.
Imitar lo observado nos conecta en un 70% con la energía del Universo…
Emular lo observado nos convierte en la energía.

Fuentes: radiouniverso.org, bitacoradegalileo.com
Imagen: bitacoradegalileo.com

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