Desde hace miles de años, aún antes del nacimiento de Jesús de Nazareth (también conocido como Jesús, Cristo o Jesucristo), el hombre eleva su mirada al Sol, viéndolo como una luz, como fuente de conocimiento, y por siglos como fuente de vida y un dios.
La sabiduría popular y científica dice que al mirar directamente al Sol, su luz puede dañar los ojos, pero… ¿qué pasa cuando lo ves con el resto de tus sentidos? Muy pocos han afirmado no haber sucumbido ante la tentación de mirar al Sol; pero varios afirman haberse entregado a verlo con sus ojos, su sentido común, con su alma y hasta con su vida.
La historia nos conecta a una serie de hechos, leyendas o fantasías con un factor común: el hombre mirando a las estrellas, y en especial a la más cercana de ellas: “El Sol”. Este factor común hizo famosas series de televisión y películas como “Viaje a las Estrellas”, “Galáctica”, “Babilonia V”, “Firefly” y “La Guerra de las Galaxias”… Verlas es mirar a las estrellas. Un vívido ejemplo de mirar al Sol con los ojos y el cerebro es transformando lo observado para que el siguiente observador vea algo diferente.
Newton, Kepler y el Sol.
Producto de sus observaciones al Sol, en 1609 Johannes Kepler escribió dos leyes. La primera dice: “Todos los planetas se desplazan alrededor del Sol describiendo órbitas elípticas. El Sol se encuentra en uno de los focos de la elipse”. La segunda ley: “el radio vector que une un planeta y el Sol barre áreas iguales en tiempos iguales”.
En una “visión indirecta” del Sol, Isaac Newton usó las leyes de Kepler y formuló la “Ley de la Gravitación Universal” (1685). Con esta nueva ley, explicó los fenómenos físicos más importantes del universo observable y con ellos las leyes de Kepler.
La “Ley de Gravitación Universal” dice: “Un objeto atrae a los demás con una fuerza directamente proporcional a sus masas y es dependiente de la distancia que separa sus centros de masa”. Así Newton vio el Sol a través de las leyes de Kepler que actúan como prisma, y siembran en su mente una nueva idea el concepto que tenemos de la Ley de la Gravitación Universal.
Los científicos, Einstein y el Sol.
Einstein, era uno de esos extraños individuos que al comprender algo no requería comprobarlo, la fuerza de su “Eureka” fue realmente admirable en la física, la política y la vida diaria, aunque esto no se vio tan reflejado en su éxito político y social como en su éxito histórico.
Cuando introdujo la Teoría de la relatividad general (1915), no existían pruebas experimentales para demostrarla. Se aceptó la teoría porque daba explicación consistente a ciertos movimientos en el perihelio de Mercurio, y era capaz de unificar la ley de gravitación universal de Newton con la ya existente “Relatividad Especial”.
Fue en 1919, viendo al sol y ciertos fenómenos ocurridos durante un eclipse a su alrededor, que los científicos lograron evidencias experimentales de la teoría de la relatividad de Einstein. Por ello recibió el Premio Nobel tan tarde como en 1921. Su mayor contribución a la relatividad fue afirmar que la velocidad de la luz en vacío es constante y un límite físico absoluto para el movimiento. Esta teoría sólo fue corroborada cuando otros científicos vieron el Sol con sus propios ojos.
Los mayas, la humanidad y el Sol.
En lo religioso los Mayas ven al Sol como un dios. Su leyenda narra cómo el paraíso fue creado por el señor Itzamná, dios del sol. En esta tierra (el Mayab), los mayas construirían sus palacios y ciudades de piedra.
En la práctica, la cultura maya dejó importantes pruebas del conocimiento de la ciencia moderna. Las técnicas de observación astronómica que practicaban sus sacerdotes son estudiadas por los científicos actuales incluyendo las posiciones del Sol, la Luna, Marte y registros de los eclipses, hoy importantes para la astronomía contemporánea.
En su época eran utilizadas como referencia para cultivos, cosechas, viajes, comercio y arquitectura. Por ejemplo, podemos ver la pirámide de Kukulcán en Chichén Itza ejemplo de la construcción maya. En cada equinoccio reflejan luces y sombras que dan la sensación de que una serpiente desciende de la construcción pues fue edificado con orientación a un punto exacto para este propósito.
Pero la referencia por la que recordamos a los Mayas es su Calendario, el cual lleva en el centro la imagen del sol. Pues los mayas consideraban en la era descrita en él, “una especie de era del sol”, estudiando y preparándose para lo que vendría luego.
Es curioso cómo la humanidad moderna con sus satélites en el cielo aún trata de mirar al Sol. Cómo sigue elaborando historia en torno a él. Cómo aín nos lastimamos por ver al Sol con la actitud equivocada. Y quién sabe a cuántos más sacrificaremos o cuánto más destruiremos por la absurda creencia de que podemos fácilmente interpretar y comprender las interminables maravillas del universo.
Autor: Daniel Ríos
Imágenes: peruarqueologico.blogspot.com; semplicementelisa.wordpress.com