Como especie, es increíble ver cuánto subestimamos en ocasiones nuestros logros alcanzados y los talentos de nuestra juventud. Cuando alguien halaga tu trabajo generalmente tú, más quejándote de las condiciones laborales que esgrimiendo modestia dices algo como: “Gracias, Se hace lo que se puede”.
La realidad es que día a día realizamos proezas consideradas épicas, y si no lo crees cuenta la cantidad de jóvenes empresarios y estudiantes, para descubrir que en estos tiempos de economías turbulentas son ellos los primeros en tomar los mayores riesgos.
Son muchos los ejemplos de jóvenes latinos que triunfan en el mundo. Puedes ver a Gustavo Dudamel dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Los Ángeles, o quizá a Cristiano Ronaldo jugando en el Real Madrid. Ellos son sólo un par de ejemplos de lo que ocurre en las calles de Latinoamérica, pero hoy no escribiré sobre ellos. Escribiré sobre las maravillas de lo que hacen.
Si quieres buscar, busca a los jóvenes colombianos en las empresas de tecnología. A chicos los venezolanos en las compañías petroleras transnacionales, a los pibes artistas argentinos y chavos mexicanos por todo el mundo, ahí es donde los encontraras.
Nos quejamos de ellos en la casa porque son locos, desobligados y no quieren estudiar: aun así con sus locuras y su conocimiento crean cosas que nos sorprenden. Les enseñamos muchas veces mal y ellos aprenden bien. Les decimos que no piensen y tienen grandes ideas.
Pero este mundo quiere y adora a nuestros jóvenes, ama su ímpetu, está enamorado de su arte, requiere de su pasión para hacer las cosas. Somos nosotros quienes les cerramos las puertas bloqueándoles las oportunidades y relegándolos a nuestras necesidades y deseos.
Sin embargo, para el cambio que requerimos es necesario dar paso a sus nuevas ideas, es preciso hacernos a un lado y permitir que corra el tren de la juventud. Debemos crear oportunidades para que ellos puedan sobre vivir en el poco mundo que les estamos dejando.
Cambiemos nuestro roll de espectador a facilitador para que mejoremos su autoestima, los hagamos perseverantes. Puliendo al héroe en ellos para que no sean seducidos por el «Lado oscuro».
Impulsemos en nuestros jóvenes los valores del respeto, la honestidad, la familia, el trabajo y la solidaridad. Demos paso a su energía y convirtámonos en catalizadores de los cambio positivos en el nuevo orden mundial.
A ti que lees esto, si eres joven suelta la rienda a tu ímpetu, a tu empuje y crea. Y si ya no eres tan joven entonces sirve de guía al proceso creador y encárgate que juntos digamos: “Miren lo que podemos hacer”.