Muchas culturas de la antigüedad consideraban el cielo nocturno una gran cúpula. Las estrellas se veían como luces conectadas al interior de la cúpula, o como orificios en su superficie que dejaban pasar la luz del cielo. En esta cosmología, en el cielo nocturno todo estaba a la misma distancia de la Tierra.
El cielo nocturno no es, sin embargo, plano. Es un lienzo tri-dimensional, con las estrellas visibles extendiéndose a lo largo de cientos de años luz.
Un ejemplo de esa profundidad puede observarse mañana a primera hora, cuando la Luna se una al planeta Marte y la estrella Régulo. Están altos en el cielo al amanecer, con Régulo hacia la parte superior izquierda de la Luna, y el brillante y anaranjado Marte un poco más lejos, hacia la parte superior derecha.
La Luna es el miembro más cercano del trío, a una distancia media de un cuarto de millón de millas. Marte está unas 350 veces más lejos. A esa distancia, la luz del planeta tarda ocho minutos en llegar a la Tierra.
Sin embargo, eso no es nada comparado con la distancia a Régulo, que está cinco millones y medio más lejos. La luz de Régulo tarda casi 80 años en alcanzar la Tierra. Así pues, la luz de Régulo que vemos esta noche ha estado viajando desde el inicio de la Gran Depresión.
Fuente: Observatorio McDonald
¿Cuántas veces usted se detiene a observar lo que el cielo cada noche coloca en cartelera?… Recuerde el axioma que dice “Como es arriba…es abajo”…
El cielo y las estrellas no son un adorno… son una realidad.
Observar nos conecta en un 30% con la energía del Universo.
Imitar lo observado nos conecta en un 70% con la energía del Universo…
Emular lo observado nos convierte en la energía.