Ella creció muy unida con sus hermanos Edward y Walter, en una familia que la protegía a ultranza de las fuerzas externas de todo tipo. Welty, recuerda una infancia muy feliz en el que estaba rodeada de libros y le encantaba escuchar a sus padres leer el uno al otro por las tardes. También recuerda lo mucho que le gustaba escuchar a las señoras contar sus historias en los comercios de la ciudad, tanto que adquirió la costumbre de tomar nota de sus patrones de habla y lenguaje coloquial lo que le sirvió bien cuando empezó a escribir sobre el Sur.
Después de la muerte de su padre en 1931, Welty regresó a su casa a trabajar para la nueva estación de radio como publicista y fotógrafo de la Works Progress Administration (WPA). A medida que su carrera literaria despegó, Welty debió viajar mucho y trabajo en varios puestos de enseñanza, pero siempre volvía a casa de sus padres en Jackson, donde vivió hasta su muerte.
La publicación de su primer cuento, «Muerte de un viajante de comercio», en la revista literaria Manuscrito coincidió con el Sábado Negro (Black Saturday), una exposición de fotografías tomadas en sus viajes a través de zonas rurales de Mississippi para la WPA, que realizó en Nueva York en 1936. En 1940 Welty firmó con el agente literario Diarmud Russell, una asociación que duraría toda su carrera. Su primera colección, una cortina de verde, apareció el año siguiente. Aunque Welty escribiría novelas de éxito, como el cuento de hadas situado en la “Natchez Trace” El novio ladrón, la obra maestra cómica The Ponder Heart, y el enorme best-seller batallas perdidas, su fuerte seguirá siendo el cuento. Su tono perfecto y revelador de diálogo contempla la verdad destilada en las voces y las vidas de sus personajes.
En 1983 Welty dictó la conferencia anual de Massey primera en la historia de la civilización americana en la Universidad de Harvard. Estas tres conferencias, en las que trazó las fuerzas que la formaban como escritor, se convirtió en su best-seller autobiografía, Comienzos Un escritor.
Welty ganó muchos elogios y muchos honores a lo largo de su carrera, incluidas las becas Guggenheim, numerosos premios O. Henry y nominaciones a los premios nacionales de libros, la Medalla Nacional de Literatura, la entrada en la Legión de Honor de Francia, y finalmente, en 1973, el Premio Pulitzer por su novela La hija del optimista. En sus últimos años, cuando su máquina de escribir se quedó en silencio, Welty se mantuvo viva y graciosa como siempre, tan cómoda en una conversación con sus amigos y vecinos en Jackson, como en su papel como la reina de las letras americanas.
Welty murió de neumonía el 23 de julio de 2001, en Jackson, Mississippi, a la edad de 92 años.