Con su origen en la celebración judía de la purificación, y con el argumento de la presentación del Niño Dios al templo (en esta fecha según la misma costumbre señalada).
En levítico 12: 2-5 dice: “2Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda. 3Y al octavo día se circuncidará al niño. 4Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación. 5Y si diere a luz hija, será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre.”
Por aquellos días la ley judía mandaba que toda mujer debía presentarse en el templo para purificarse a los cuarenta días de haber dado a luz (levítico 12: 2-5). Si el hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a los ocho días y la madre debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más, purificándose a través del recogimiento y la oración.
Al llegar la fecha la mujer acudía en compañía de su esposo a las puertas del templo, con la intención de llevar una ofrenda que podía consistir en un cordero y una paloma (o un ave domestica). Así fueron José y María con Jesús, llevándole al templo de Jerusalén.
Según la ley judía y la tradición todo hijo primogénito debía ser consagrado al Señor, según lo indicado a Moisés antes de salir de Egipto que había salvado a los primogénitos de la plaga enviada por Dios.
Como la sagrada familia era pobre, llevaron dos palomas blancas. Al entrar al templo, el anciano Simeón, sintió al Espíritu Santo, se acercó a ellos tomando en brazos a Jesús, lo bendijo y dijo: “Él sería la luz que iluminara a los gentiles”. Después dijo a María que una espada atravesaría su alma, profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.
Es por ello que el 2 de febrero de cada año, se conmemora la presentación del Niño Jesús en el templo, llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o parroquia (muchas veces la misma utilizada en la tradición conocida como del nacimiento o pesebre recreada en la navidad).
También ese día, se recuerdan las palabras del anciano Simeón, llevando las llamadas “candelas”, unas velas hechas de cera pura, (las velas consisten en una mecha que asciende por el interior de una barra de combustible sólido, que puede ser cera, grasa o derivados del petróleo) que son bendecidas, y hoy simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre “Fiesta de las candelas” o “Día de la Candelaria” (Ler Lucas 2, 22-35).
En muñeco debe ser bien vestido y se le debe comprar un “Trono” para sentarlo. En esta celebración se bendicen la imagen del Niño Dios y las candelas (velas) que se llevaran como la luz de Cristo entrando en los hogares.
También las velas benditas se pueden utilizar cuando surgen dificultades de la vida para pedir ayuda (luz) en la solución del acontecimiento.
Esta fiesta termina con una merienda familiar y de amigos, con comidas tradicionales.
Es una fiesta especialmente de obediencia de Mariana y para agradecer la venida de Jesús a iluminar nuestros corazones y para nuestra salvación.
La Virgen de la Candelaria
Es una de las muchas advocaciones (nombres) de la Virgen María. Tuvo su origen en Tenerife, una de las islas Canarias.
Según la tradición, la Virgen se le apareció en 1392 a dos indios guanches que pastoreaban su rebaño, quienes, al llegar a la boca de un barranco, notaron que el ganado no avanzaba, como si algo impidiera seguir adelante. Para ver qué era lo que pasaba, uno de los pastores avanzó y vio en lo alto de una peña una imagen de madera como de un metro de alto de una mujer. Traía una vela en la mano izquierda y cargaba a un niño en el brazo derecho. El niño llevaba en sus manos un pajarito de oro.
Los indios, como tenían prohibido hablar con mujeres que estuvieran solas, le hicieron señas para que se apartara del camino. Como no les hacía caso, uno de los indios tomó una piedra para lanzársela, pero el brazo se le paralizó. Su compañero tomó la imagen e intentó romperla, pero en el intento, se cortó sus propios dedos.
Los indios corrieron a avisar al rey, quien de inmediato fue con todos sus guardias al lugar del acontecimiento. Tomaron la figura y la llevaron a la casa del rey. Los encargados de llevársela fueron los pastores que la encontraron, quienes al instante de tomarla en sus manos, quedan curados del brazo uno y de los dedos, el otro. Ante este milagro, el rey ordenó que todo el pueblo honrara a aquella figura de mujer, a quien le llamaron “La Extranjera”.
Cuando la gente se acercaba a Ella, se oían armonías celestiales, se percibían aromas exquisitos y la imagen despedía una luz resplandeciente. Infundía en las personas temor y respeto, pero ellos no sabían a quién representaba.
Años después, los españoles conquistaron la isla de Lanzarote y soñaban con conquistar la isla de Tenerife.
En uno de sus intentos de conquista, apresaron a un niño guanche y lo llevaron a Lanzarote. Ahí lo bautizaron con el nombre de Antón, lo catequizaron y un tiempo después, lo llevaron de regreso a su isla natal de Tenerife.
Antón fue a la casa del rey a contarle todo lo que le había sucedido y el rey le dio permiso de ver a La Extranjera.
Cuando Antón la vio, se puso de rodillas y les dijo a todos que hicieran lo mismo. Les explicó que aquella Señora, era la representación de la Virgen María cuando llevaba a Jesús a presentar al templo. Le explicó que la Virgen María era la Madre del Dios y de todos los hombres y que era una gran suerte tener ese gran tesoro.
Antón le pidió al Rey permiso para buscar un lugar en el que todos la pudieran venerar. El Rey accedió y llevaron la imagen a la cueva de Achbinico, un templo subterráneo, que parecía una Iglesia natural. Antón cuidó por un tiempo de la Basílica. Alrededor de 1530, encargaron el Santuario a los padres dominicos que se les conocía como “Los frailes de la Virgen”.
En noviembre de 1826, una tormenta terrible azotó a la isla de Tenerife, llegando al Santuario de la Virgen y las aguas se llevaron la Imagen. Se hizo todo por tratar de recuperarla, pero no fue posible encontrarla. Los padres dominicos acordaron mandar a hacer una imagen nueva. Así lo hicieron y en la festividad del día 2 de Febrero de 1830, bendijeron la nueva imagen de Nuestra Señora de la Candelaria.
Desde el año 1599 se nombró a la Virgen de la Candelaria patrona de todo el archipiélago canario. Su devoción se ha extendido por la península y por toda Hispanoamérica, principalmente por Venezuela.
Sus milagros y favores son constantes. Cada año acuden a visitarla miles de personas de todas clases sociales para darle gracias y pedirle beneficios.