Cuando nacemos venimos al mundo, desnudos, libres y sin ataduras. El sincero niño que camina libre por el mundo va viendo aprendiendo y asombrándose de las cosas fascinantes que en el mundo va encontrando.
En el popular cuento del Nuevo traje del Emperador, solo la sinceridad de los inocentes niños les permite gritarle al embaucado monarca “Está desnudo, está desnudo”, sin temer a responsabilidad alguna o sin sentirse tontos por “no ver” el falso traje.
Pero al pasar el tiempo y casi siempre con la buena intención de construir nuestro hogar, nuestro camino nuestra historia y nuestro futuro vamos construyendo entelequias, cosas irreales, que se convierten en prisiones que van encerrando en la oscuridad al niño que vive en nosotros.
Nos dejamos arrastrar por lo que la masa empuja, por lo que la sociedad reclama, por los límites que nos auto-imponemos, por los temores que adquirimos.
Solo la habilidad de discernir entre “que piedras construyen nuestra prisión” y “que ladrillos construyen nuestro hogar” nos garantiza la posibilidad de perseguir un objetivo que nos lleve por un camino que nos permita ser felices. Pues no debemos esperar a lograr la felicidad al final del camino, debemos ser felices en el camino.
Para ello hemos vivido, para discernir lo que no es auténtico, para evitar esos falsos obstáculos que nos bloquean el sol apartándonos de la luz de un bello día.
Lucidez es ser claro en el razonamiento y en las expresiones, para ser lucidos debemos alejarnos de nuestros temores porque el miedo es la emoción que nos desvía con más fuerza de la felicidad.
Aun que un sueño, sea nocturno o no, puede tras las paredes de una prisión igual que bajo el techo de un hogar, pero sin duda tendrá más oportunidad de florecer el sueño gestado en libertad.
Pero para poder salir de nuestro encierro es importante conocer nuestra propia historia. “El conocimiento es poder” y “el que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Solo nuestra propia luz, nuestra propia lucidez puede liberarnos de lo que como sociedad y como individuos en falso hemos construido.