Philippus Aureolus Theophrastus Bombastus von Hohenheim conocido como Paracelso, Teofrasto Paracelso nació en Zurich en el año 1493 y murió en Salsburgo en 1541. Fue un alquimista, médico y astrólogo suizo.
Hijo de un doctor. Durante su adolescencia viajó por Europa y atendió a las universidades de Basilea, Tubinga y Heidelberg, entre otras. Sin embargo, siempre mantuvo grandes distancias con la enseñanza reglada de la época y cuestionó la autoridad de los textos clásicos a favor de una aproximación más «experimental» que atendiera el saber popular.
Famoso por sus supuestas curas milagrosas, en 1724 se estableció en Basilea, donde su prestigio atrajo innumerables estudiantes de todo el continente.
En sus clases, Paracelso exhortó a su audiencia a ignorar la herencia de Galeno y Avicena y a centrar los tratamientos médicos en la acción libre de los procesos naturales. En 1536 publicó su Gran libro de cirugía, que le procuró una todavía mayor notoriedad. Entre sus notables aportaciones a la medicina de la época cabe citar la primera descripción clínica de la sífilis, y, gracias a sus extensos conocimientos de química empírica, la introducción de nuevos tratamientos basados en sustancias minerales como el plomo o el mercurio.
Fue el primer médico en describir correctamente una serie de enfermedades graves, como la tuberculosis, una enfermedad de los pulmones. Fruto de su propia experiencia, escribió la que sería su obra más importante, “El gran libro de la cirugía“.
Paracelso era un hombre cuya presencia debía resultar incómoda. De naturaleza desconfiada y curiosa, lo cuestionaba todo, si no era visto por el mismo, era desconfiado y tenía esa arrogancia que generalmente acompaña a la genialidad.
Es una de las figuras más contradictorias de la historia de la medicina. Su búsqueda continua de lo nuevo y su oposición a la tradición y los remedios heredados de tiempos antiguos lo postulan como un médico moderno, adelantado a sus contemporáneos. Sin embargo, su concepto del misticismo y la astrología lo mantuvieron en una postura inmovilista sobre los conceptos más arcaicos.
A pesar de su turbulenta vida y métodos de charlatán, Paracelso ejerció una profunda influencia en las creencias médicas de su época y de siglos posteriores. Golpeó a los puntos débiles del sistema imperante de la medicina y destruyó la “patología humoral” (que fue fundada en la creencia de que las enfermedades dependía de un exceso o deficiencia de la bilis, la flema o sangre), y enseñó que las enfermedades eran reales entidades y debían ser combatidos con recursos específicos.
Mejoró la farmacología y la terapéutica, introdujo nuevos remedios (opio, mercurio, azufre, hierro, arsénico, etc), hizo algunos nuevos compuestos químicos, y se esforzó por reducir la práctica de sobredosis. Se le atribuyen un gran número de obras de medicina, muchos de los cuales fueron escritas por sus seguidores. Marx admite que sólo el 10 como genuinas: haser 24. Su obra más conocida es Die grosse Wundartzney (1530). Ediciones de obras de sus escritos aparecieron en Basilea, Estrasburgo, Ginebra y Munich. La primero traducción al Inglés fue editada por John Hester y apareció en Londres en 1596 bajo el título Ciento un experimentos Fowrteene y curaciones, entre otras.
Astrólogo consumado, creyó firmemente en las interacciones entre el macrocosmos y el microcosmos, al punto de afirmar que “no se puede ejercer la medicina sin mirar a los astros“.
Uno de sus legados más famosos han sido las “Siete reglas para una vida con sentido” donde demuestra una visión holística y moderna de la salud.