La Esfera de la Luna en el Cuarto Camino1
En la Esfera I “parimos o somos “paridos”.
En la Esfera II hay un nacimiento “simbólico”.
En la Esfera III la magia de la “concepción”.
En la Esfera IV el “Grito Primal”… orgasmo de la concepción y grito primal del nacimiento.
Johannnes Kepler en su obra capital “Armonía del Cosmos” trata de probar que la tierra es un enorme ser viviente, al igual que los planetas, de modo que cuando un ser humano nace en la tierra en un determinado momento, es evidente que llevara dentro de sí, como ley “el pensamiento de la tierra y su diálogo con el cosmos”. Carl Jung también entendió que nosotros somos un reflejo del momento que nos vio nacer.
La Luna… es una protagonista pasivo de ese momento, porque es el Sol el que se lleva el protagonismo activo, por eso hay la Astrología Solar y la Astrología Lunar.
La Octava de la Luna es Neptuno y ambos despiertan “La Pituitaria”.
La Luna es la Casa IV (ancestros, genes, padres).
Neptuno es la Casa XII (arquetipos, inconsciente, vidas pasadas).
Aquí sucede algo muy interesante porque la casa IV contiene nuestro karma familiar mientras que la Casa XII contiene nuestro karma existencial (vidas pasadas).
La Reencarnación…
Las Octavas te pueden llevar al planeta que vibra con esa energía planetaria o te puede llevar a su propia octava vibracional.
Corría el año 88, me encontraba estudiando2 Parapsicología en la Universidad de la “Tercera de edad” en mi país natal Venezuela. Los programas de estudios eran reforzados por un grupo de nombre CIMA cuyo presidente Jon Aizpurua3 en uno de sus libros “HACIA EL CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD ESPIRITUAL” se expresa así:
La experiencia personal de muchos seres, en la vida espiritual interna, a la que han llegado después de un extraordinario desarrollo íntimo, les ha permitido penetrar y recogerse profundamente en lo más hondo de sí mismo, logrando llegar, como lo expresó el sabio Alexis Carrel, «a un Ser que es la corriente de todo, hacia un poder, un centro de fuerzas intrínsecas que los místicos denominan Dios». Para esos hombres de todas las latitudes, de todas las épocas, este viaje del alma fuera de las dimensiones de nuestro mundo y ese contacto deslumbrante con una realidad superior, sin tiempo ni espacio, les ha colocado, en verdad, en Aquello que existe tras las manifestaciones del mundo físico y que origina en el Universo un orden y una armonía profundos y visibles, que condicionan todos los movimientos y rigen hasta el más mínimo proceso en el Cósmos. Sobre esto reflexionaba con frecuencia Albert Einstein: «En cada progreso importante encuentra el físico que las leyes fundamentales de la naturaleza se simplifican más y más a medida que avanza la investigación experimental. Es asombroso ver el orden sublime que surge de lo que aparentaba ser un caos» (Prefacio a la obra de Max Planck: «¿Adónde va la ciencia?»).
Paso a paso la Física moderna ha rectificado las clásicas nociones acerca de la materia considerada como indestructible y del espacio y el tiempo como separados y absolutos. La relatividad al unificar el espacio y el tiempo en un continuum dimensional; la física cuántica, con su negación del causalismo y el determinismo; la desintegración del átomo, identificando la materia con la energía; la mecánica ondulatoria convirtiendo la energía en ondas de actividad pura; todos estos descubrimientos de la experiencia y la investigación moderna han llegado a demostrar que lo que nos rodea externamente, el mundo objetivo de nuestros sentidos y percepciones, no es lo que parece y las bases científicas sobre las cuales el pensamiento materialista había extendido sus generalizaciones más amplias son superficiales, insatisfactorias e inducen continuamente a error. Grandes mentalidades científicas de nuestro tiempo hallan así muy difícil comprender al mundo como otra cosa que la expresión de la actividad de un Espíritu Supremo. Físicos de la categoría de Arthur Eddington, James Jean, Arthur Compton, Lemaitre, hasta Fritjof Capra y David Bohm, han tomado actitudes decididamente favorables a esa concepción.
Siempre hago mención a la famosa frase de Newton “Si pude ver tan lejos es porque estaba en hombros de gigantes”. En mi experiencia uno de esos gigantes que he encontrado en mi camino es Jon Aizpurua hombre con una trayectoria extraordinaria y con una sapiencia que raya lo humano.
Me tomó casi dos décadas comprender y aplicar esta información, dos décadas en las que a través de miles de casos pude comprobar que la teoría es sólo la punta del Iceberg del inmenso potencial que tenemos como seres vivos.
El siguiente ejercicio formó parte de las múltiples experiencias que me llevaron a desarrollar mi lema de vida “PRESENCIA”.
En 1966 el científico Cleve Backster descubrió que las plantas no solo sienten, sino que adivinan los pensamientos y reaccionan ante el miedo, el temor y el amor. Luego de años de investigaciones determinó que las plantas tienen sentido de percepción y reaccionaban ante una amenaza de daño perdiendo el sentido o desmayándose y que además tienen memoria: jamás olvidan a quien las hirió, quemó o las cuidó. Backster ideó un plan, mediante el cual identificaría al asesino de una planta. Seis voluntarios se presentaron para el experimento.
Con los ojos vendados, cada uno sacó un papelito de un sombrero, en uno estaban escritas las instrucciones para arrancar de raíz una de las dos plantas que Backster había colocado en la habitación: debería pisotearla, aplastarla y destruirla totalmente. El criminal cometería su crimen en secreto. Nadie sabría quién llevaría a cabo el supuesto asesinato, únicamente la otra planta que estaba en el cuarto sería testigo. Aplicó su detector de mentiras a la planta testigo y haciendo desfilar a los sospechosos ante ella, Backster descubriría al criminal.
Efectivamente, la planta que había presenciado el crimen no mostró reacción alguna ante la presencia de cinco de los sospechosos, pero cada vez que se le acercaba el culpable acusaba una violenta reacción en el detector. ¡La planta testigo estaba identificando al voluntario que había maltratado a su compañera!
Las plantas son seres vivos y como tales escuchan, sienten y reaccionan ¡No lo olvides!… en este camino aprendí a reconocer la vida en las rocas, en el mar, en las plantas, en las flores, en la luz solar para finalmente darme cuenta de la vida que latía en mi.
Estaba lista para recibir el regalo de un libro que se convirtió en mi libro de cabecera hasta que decide crear una técnica basada en la conexión con la vida, sustentada en el “Principio de Vibración”, este libro se llama El Código del Corazón de Paul Pearsall.
En la Próxima entrega daré fragmentos de Mercurio y su octava en el Cuarto Camino.
- El Camino del Aprendiz, observa cada camino cuidadosamente. Compruébalo tantas veces como sea necesario. Luego hazte, a solas, una sola pregunta: ¿Tiene este camino corazón? Don Juan ↩
- En carácter de oyente porque no tenía la edad requerida para una asistencia formal. ↩
- Psicólogo Clínico, Fundador y primer Director de la Escuela de Parapsicología de la Universidad de la Tercera Edad (UTE). ↩
Lourdes!!Cuando seguiras escribiendo,,sobre las 13 Esferas del Ser!! ?? necesito mi VITAMINA!! un ABRAZO..