Luciano Pavarotti, la grandeza de un tenor

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Luciano Pavarotti- gran tenorQuien sabe hacer música la hace, quien sabe menos la enseña, quien sabe menos todavía la organiza, y quien no sabe la crítica”. Luciano Pavarotti

Cada día hay en el Universo una estela dejada por la acción de otros seres humanos que al igual que nosotros buscaban la excelencia. Hoy esa  estela o “semilla del día” fue sembrada por…

Luciano Pavarotti,  uno de los cantantes contemporáneos más famosos, tanto en el mundo de la ópera como en otros múltiples géneros musicales. Tras su debut profesional, el 29 de abril de 1961 en el Palacio de la Ópera de Regio Emilia, Don Luciano tuvo una carrera siempre en ascenso, en la cual sobresalen sus 140 conciertos en la famosa Scala de Milán durante 28 años, y las exitosas presentaciones en el Metropolitan Opera House, de Nueva York, del cual se apoderó desde su primera actuación.

El 24 de febrero de 1968, el telón del la Deutsche Oper de Berlín se alzó 165 veces consecutivas para que el tenor Luciano Pavarotti recibiera los aplausos del público, que duraron 1 hora y 7 minutos, tras su interpretación del papel de Nemorino en la ópera L’elissir d’amore, de Gaetano Donizetti.

Eterno inconforme, no se limitó a la ópera, y fue criticado por haber incursionado en géneros como el rock y el pop… atribuyéndosele el sacar la ópera a la calle combinándola con músicas más populares, a través de sus proyectos Pavarotti y sus amigos y War Child mediante las cuales se logró recaudar decenas de miles de dólares para los más necesitados, y en ellos contó con la presencia de figuras como Eros Ramazotti, Andrea Bocelli, Swing, Frank Sinatra, Michael Jackson, Caetano Veloso, Barry White, Bono y U-2.

Ayudó a llevar la ópera a las masas y actuó ante grandes audiencias en estadios alrededor del mundo. Nadie duda de que Lucciano Pavarotti es uno de los grandes tenores del siglo XX pero pocos conocían hasta hace poco tiempo (1.997) que ¡no sabe música! Así como suena. Es incapaz de leer una partitura. «Ya soy demasiado viejo para aprender…», dijo en una entrevista, con su inseparable pañuelo blanco. Y cómo lo hace, preguntaréis. Pues tiene establecido un sistema de símbolos y líneas de colores ascendentes y descendentes que indican la evolución de la melodía, que le sirve como recordatorio a la hora de interpretar. Algo así como la notación pneumática del gregoriano.

Su nombre aparece en el Libro Guinness Record por la cerrada ovación de una hora y siete minutos que le tributó la Opera de Berlín en 1988.

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