«Cuatro cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la ciencia, la estupidez, la riqueza y la pobreza.»
Cada día hay en el Universo una estela dejada por la acción de otros seres humanos que al igual que nosotros buscaban la excelencia. Hoy esa estela o “semilla del día” fue sembrada por …
Detalle del fresco de Andrea de Bonaiuto El triunfo de Santo Tomás, con la imagen de Averroes sentado.
Averroes, latinización del nombre árabe Ibn Rushd. Escribió comentarios sobre la obra de Aristóteles (de ahí que fuera conocido como El Comentador) y elaboró una enciclopedia médica. Jacob Anatoli tradujo sus obras del árabe al hebreo en los años 1200. Sus escritos influyeron en el pensamiento cristiano de la Edad Media y el Renacimiento. En su más importante obra La incoherencia del incoherente (Tahafut al-tahafut), defiende la filosofía aristotélica frente a las afirmaciones de Al-Ghazali de que la filosofía estaría en contradicción contra de la religión y sería por lo tanto una afrenta a las enseñanzas del islam.
A finales del siglo XII una ola de fanatismo invade Al Andalus después de la conquista de los Almohades y es desterrado y aislado en la ciudad de Lucena, cerca de Córdoba, prohibiéndose sus obras. Meses antes de su muerte, sin embargo, fue revindicado y llamado a la corte en Marruecos. Muchas de sus obras de lógica y metafísica se han perdido definitivamente como consecuencia de la censura. Gran parte de su obra sólo ha podido sobrevivir en la literatura posterior de mano de autores como Giordano Bruno o Pico della Mirandola. Y por algunas traducciones en hebreo y latín, y no en su original árabe.
Averroes es el protagonista de la historia «La busca de Averroes» en El Aleph de Jorge Luis Borges.
La noética de Averroes, formulada en su obra conocida como Gran Comentario, parte de la distinción aristotélica entre dos intelectos, el nous pathetikós (intelecto receptivo) y el nous poietikós (intelecto agente), que permitió desligar la reflexión filosófica de las especulaciones míticas y religiosas.
Averroes se esforzó en aclarar cómo piensa el ser humano y cómo es posible la formulación de verdades universales y eternas por parte de seres perecederos.
El filósofo cordobés se distancia de Aristóteles al subrayar la función sensorial de los nervios y al reconocer en el cerebro la localización de algunas facultades intelectivas (imaginación, memoria…). Averroes sitúa el origen de la intelección en la percepción sensible de los objetos individuales y concreta su fin en la universalización, que no existe fuera del alma (el principio de los animales): el proceso consiste en sentir, imaginar y, finalmente, captar el universal. Ese universal tiene, por lo demás, existencia en cuanto que lo es por aquello que es particular. En cualquier caso, es el intelecto o entendimiento el que proporciona la universalidad a lo que parte de las cosas sensibles.
Imagen: Detalle del fresco de Andrea de Bonaiuto El Triunfo de Santo Tomás, con la imagen sentada en reposo y pensativa de Averroes, apoyado posiblemente en algún libro de Aristóteles.