«Nada ensalza la mente de igual manera o eleva al hombre de sus iguales como las investigaciones de la ciencia… Espíritus poderosos de todas las edades han colaborado para construir este templo amplio y bello de la ciencia y han escrito sus nombres sobre con caracteres indelebles. Pero el edificio no está aún completo. Aún no es demasiado tarde para añadir otro adorno. Yo todavía apenas he llegado a su base, pero puedo aspirar un día a alcanzar su ápice”.
William Rowan Hamilton
Cada día hay en el Universo una estela dejada por la acción de otros seres humanos que al igual que nosotros buscaban la excelencia. Hoy esa estela o “semilla del día” fue sembrada por…
Sir William Rowan Hamilton, matemático y astrónomo irlandés, primer matemático de su tiempo, que hizo importantes contribuciones al desarrollo de la óptica, la dinámica, y el álgebra.
El matemático más eminente de los pueblos de habla inglesa, después de Isaac Newton, es William Rowan Hamilton.
A la edad de tres años William podía leer ya inglés fácilmente. A los cinco era capaz de traducir latín, griego y hebreo. A los ocho había añadido el italiano y el francés a su lista. Antes de tener diez años estaba ya estudiando árabe y sánscrito. A la edad de catorce escribió una carta en persa al embajador persa, entonces de visita en Dublín.
Su descubrimiento del cuaternión es quizá su investigación más conocida. El trabajo de Hamilton en dinámica fue después decisivo en el desarrollo de la mecánica cuántica, donde un concepto fundamental llamado hamiltoniano lleva su nombre.Hamilton demostró su inmenso talento a una edad muy temprana, cosa que hizo decir al Dr. John Brinkley, astrónomo y obispo de Cloyne, en 1823 que Hamilton a la edad de 18 años: «Este joven, no digo que será, sino es, el primer matemático de su tiempo«.
Cuenta la leyenda, que a Hamilton se le permitía pisar el césped de la Universidad, algo totalmente prohibido. Este hecho camina entre la realidad y la ficción. Posiblemente ocurriera que absorto en sus meditaciones descuidara esta prohibición, y accidentalmente caminase por los jardines, aunque absolutamente nadie en toda Irlanda se hubiera atrevido a interrumpirle o a amonestarle. Esta anécdota seguramente sirviera para dar idea de la categoría de Hamilton como uno de los grandes matemáticos de su tiempo y de la historia.
“Energía viva que puedes plantar en tu vida”.