“Energía viva que puedes plantar en tu vida”
La historia de Halloween se remonta a hace más de 2.500 años, esta festividad deriva de los diabólicos ritos de los sacerdotes celtas llamados Druidas. Los celtas eran tribus expandidas en parte de Europa, y sus creencias religiosas estaban basadas en el politeísmo (varios dioses). Uno de estas divinidades era Samán, dios de los muertos. Los sacerdotes Druidas, acostumbraban a reunirse cada año para invocar al dios Samán y a miles de espíritus malignos, con el fin de conocer predicciones para el año próximo.
Luego de que los romanos conquistaron los territorios de los Celtas (Escocia, Irlanda, entre otros), por el año 43 a.C., se añadió a la festividad de los Druidas, la invocación de Pomona, diosa romana de los árboles frutales y su celebración era el día 31 de Octubre de nuestro calendario.
A esta mezcla de festividades, se le añadieron un sin número de costumbres, tales como el encender fogatas, divertirse con frutas y formar caras con calabazas huecas encendiendo velas en su interior. Realmente el origen de las calabazas fueron los nabos, que se vaciaban para introducir una brasa en su interior, e iluminar el camino a los espíritus que venían a la tierra esa noche y así encontraran el camino a casa de sus familiares y vecinos.
Ese último día, se suponía que los espíritus podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar. Para evitarlo, los poblados celtas ensuciaban las casas y las «decoraban» con huesos, calaveras y demás cosas desagradables, de forma que los muertos se guiaran por medio de estos hasta llegar a un lugar mejor. De ahí viene la tradición de decorar con motivos siniestros las casas en la actual víspera de todos los santos y también los disfraces.
Halloween era el día en que brujos y adivinos, se reunían en una adoración sistemática del mal, invocando al diablo para obtener poder. Más tarde, el catolicismo romano adoptó esta tradición pagana y diabólica, disfrazándola bajo el nombre de “Día de todos los santos”, costumbre con un cariz seudocristiano, que hasta el día de hoy se practica bajo la bendición de Roma. Luego que esta práctica se había consolidado en toda Europa, inmigrantes Irlandeses la llevaron hasta los Estados Unidos, propagándose así, por toda Latinoamérica.