Evolución y Simbiosis

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    Pez Simbiosis Nemo

    Pez Payaso y Anemona

    La teoría co-evolutiva afirma que la vida no conquistó el mundo a través de la competencia, sino a través de la cooperación de organismos simbióticos. Aunque un poco de competencia siempre es sana, este artículo trata sobre la importancia de trabajar juntos para crear un futuro mejor.

    El término Simbiosis se origina de las raíces griegas Syn “con” y Biosis “viviente”, es utilizado para describir un método de interacción a largo plazo entre diferentes especies, estas relaciones se pueden dividir en varios tipos pero son principalmente parasitarias o mutualistas.

    El mutualismo es definido como “una relación entre individuos de diferentes especies donde ambos derivan un beneficio”1, un excelente ejemplo es la relación entre el pez payaso Ocellaris y la anémona Ritter. El pez payaso es extremadamente territorial y protege a la anémona, mientras que el ácido en los tentáculos cuida al pez de sus predadores, una mucosa especial inmuniza al pez payaso del ácido.

    Existe un tipo de planta acacia que no produce suficientes sustancias alcalinas para proteger sus hojas de los animales herbívoros, por ello genera a través de nódulos una proteína rica en carbohidratos, alimento atractivo a un tipo de hormigas que aprovechan las espinas huecas de la planta para hacer sus hogares. Cuando un insecto o animal herbívoro se acerque a la planta, las hormigas generan una feromona de “alarma”  y atacan en masa a quien amenace su hogar.

    El mutualismo es parte clave de la ecología, el 70% de todas las plantas dependen de hongos en la raíz para obtener compuestos inorgánicos, así como el humano necesita de bacterias intestinales para obtener nutrientes.

    Sin embargo, no toda relación es mutuamente beneficiosa, existen también relaciones parasitarias, donde una especie se aprovecha de otra, en muchos casos hasta la muerte.

    En general, los parásitos son mucho más pequeños y altamente especializados en su modo de vida.

    Un ejemplo es el ciclo de vida del parásito llamado “Dicrocoelium lanceolatum”2. Éste  en su etapa embrionaria existe en el estiércol de las ovejas, el cual es consumido por caracoles. El parásito nace dentro del caracol en una de sus primeras fases, y escapa del mismo a través de su baba, aprovechando la misma para hacer una esfera de mucosa con feromonas que atraen a las hormigas.

    Increíblemente, el parásito viaja en el centro nervioso de la hormiga y cambia el comportamiento de la misma, obligándola a subir plantas y guindar de las hojas, sitio donde es consumida por una oveja, completando el ciclo al anidarse en su hígado.

    Por efectos del parásito la oveja puede llegar a morir, pero no antes de haber expulsado los nuevos huevos para continuar el ciclo.

    ¿Por qué hablo de bilogía?  Considero importante hacer el paralelismo entre las relaciones de la naturaleza y nuestras vidas, si una larva microscópica es capaz de llevar un ciclo tan complejo con el único propósito de aprovecharse de otros, imagine todo lo que puede hacer un humano completamente formado.

    En la otra cara de la moneda, si las acacias y las hormigas, o las anémonas y los peces,  son capaces de este nivel tan provechoso de interacción, ¿por qué nosotros no?

    Si un banco emite un financiamiento, y quien recibe los fondos los convierte en beneficios (un negocio, un taxi, inversiones de la bolsa, etc.) que superan la tasa de interés del banco, podrá con mucha facilidad devolver el préstamo, y así en el futuro continuar una relación mutualista entre ambos.

    Si el préstamo es utilizado sin consideraciones, o el banco coloca condiciones imposibles de cumplir, puede pasar que la deuda se convierta en impagable, en cuyo caso la relación se vuelve parasitaria causando daño a una de las partes, bien sea incrementando los incobrables del banco o reduciendo la calidad del vida del receptor.

    El mayor de nuestros regalos, y el que nos diferencia del resto del mundo animal, es nuestro libre albedrío, esa capacidad que tenemos de escoger  la posición que adoptamos. Las acacias y las hormigas tienen grabado en su memoria celular los procesos de cooperación, al igual que el parásito no puede evitar destruir el hígado de la oveja.

    Nosotros sí podemos escoger la posición a tomar y cómo vivir en torno a otros, midiendo las consecuencias de nuestras acciones, para crear relaciones mutualistas que puedan perdurar con el tiempo o quemar nuestros puentes al cruzarlos y convertirnos en un parásito.

    Dorion Sagan, una de las hijas del legendario Carl Sagan, afirmó en uno de sus tratados sobre co-evolución que “la vida no conquistó el mundo a través del combate, sino de la cooperación”3, incluso hay teorías como la endosymbiótica que afirma que la complejidad de los seres vivos actuales surgió a través de la fusión de organismos simbióticos.

    A nivel macro, se ha descubierto que las galaxias se forman a través de co-evolución entre  un agujero negros super-masivo y un quásar.

    Sé, que aventurarse a pedir que nos amemos los unos a los otros es algo arriesgado, el hombre más famoso en la historia hizo esa solicitud y fue clavado a una cruz. Pero si un agujero negro, la fuerza destructiva más grande del universo, puede ponerse de acuerdo con un quásar para crear una galaxia que soporte la vida de hormigas, acacias, peces y anémonas, le invito a co-evolucionar con quienes lo rodean para un futuro mejor.

    (1)   Ahmadjian & Paracer 2000, p. 6

    (2)

    (3)    Witzany, G. (2006) The Serial Endosymbiotic Theory (SET): The Biosemiotic Update. Acta Biotheoretica 54: 103-117

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